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AC. Torino (Temp. 1942-43). Una de las primeras formaciones de un equipo que llegará a ser Grande |
Finalizando la década de 1930, el continente europeo iba a comenzar una de las etapas más convulsas de toda su historia con el estallido de la II Guerra Mundial, cuyo fin no llegaría hasta seis años más tarde. Por su parte, Italia, aún bajo la dictadura de Benito Mussolini, tomaría parte en el conflicto, dentro de las tropas del “Eje”, como uno de los principales aliados de la Alemania Nazi.
En el plano futbolístico, la Selección Italiana venía de ganar los dos últimos
campeonatos mundiales: el de 1934, celebrado en su país y conquistado de forma
bastante injusta gracias a alguna que otra colaboración arbitral, fue el típico
acontecimiento deportivo de propaganda política, en este caso para mayor gloria
y exaltación del Fascismo, por aquel entonces, al mando de la nación. Cuatro
años más tarde, en el Mundial de Francia de 1938, Italia revalidaría su título
de campeón del mundo, en el que sería el último campeonato mundial de fútbol en
doce años.
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Ferruccio Novo (a la derecha) junto a Pino Grezar |
La forja de un gran equipo
En las dos primeras temporadas de Ferruccio Novo al cargo de
la presidencia, los resultados del equipo no son precisamente espectaculares,
finalizando sucesivamente en sexto y séptimo lugar de la clasificación. Sin
embargo, al finalizar la campaña de 1940-41, el exjugador y exentrenador
granate Antonio Janni, en esa época entrenador del Varese, aconseja a Novo el
fichaje del atacante Franco Ossola
un chico de dieciocho años al que el club turinés adquirirá por una modesta
cifra, y que supondrá la primera piedra en la construcción de lo que se
conocerá como Il Grande Torino.
A continuación van llegando Romeo Menti, procedente de la Fiorentina; el campeón del mundo con la Selección Italiana
Pietro Ferraris, del Inter de Milán;
y del máximo rival, la Juventus,
tres jugadores: el portero Bodoira y
dos delanteros centros (Felice Borel
y Guglielmo Gabetto). En el caso de
Borel, molestias en la rodilla le obligarán a retirarse en esa misma temporada,
aunque pasará a convertirse en parte importante del cuerpo técnico, siendo el
ideólogo del sistema de juego a seguir…
… Y resulta que el sistema funciona. Tanto es así que, a
tres jornadas de la finalización del campeonato, el Torino es líder en la
clasificación. Sin embargo, los turineses no podrán salvar un último escollo al
perder en su enfrentamiento con el Venezia de Enzo Loik y Valentino
Mazzola, cediendo así la cabeza en la tabla clasificatoria a la Roma, que será quien
finalmente se alce con el Scudetto.
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Il Capitano Valentino Mazzola |
Durante los dos años siguientes, las vicisitudes de la
guerra obligarán al cese de todas las competiciones deportivas. El presidente
turinés conseguirá un contrato con la
FIAT, por el que todos
sus hombres serán empleados, librándolos así del campo de batalla y creando, a
su vez, un clima de “hermanamiento” entre sus jugadores que siempre los
acompañará desde entonces. Llegará incluso más lejos, ocupándose también de que
sus familias no lleguen a pasar hambre, lo cual se traducirá, finalizada la
contienda, en una total fidelidad de la plantilla a los colores del “Toro”, así
como absoluta devoción a su presidente; de hecho, el propio Mazzola impondrá a su segundo hijo el
nombre de Ferruccio.
El año 1945 marca el final de la
II Guerra Mundial y el regreso de las
competiciones deportivas. El presidente Novo prepara la nueva temporada y se
producen nuevas incorporaciones al club, con la llegada del guardameta Valerio Bacigalupo, Aldo Ballarin,
Eusebio Castigliano, Mario Rigamonti y Virgilio Maroso. A partir de ahora, la
maquinaria del Gran Torino comienza a funcionar a toda velocidad, estableciendo
un antes y un después en la historia del fútbol italiano y mundial.
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