EL LARGO VUELO DEL GRAN TORINO (2ª Parte)


Il Grande Torino. El mejor equipo del mundo en la década de 1940

Finalizada la contienda bélica y con la reanudación de las competiciones deportivas, el equipo del Toro había logrado construir una escuadra que iba a ser capaz de ilusionar a toda una nación sumida en la postguerra, gracias a su juego y la insultante superioridad ejercida sobre sus rivales.

  
Il Grande Torino

Para entender mejor de lo que estamos hablando, sólo hay que echar un vistazo a los números, que nos aportan unas cifras mareantes. Empezaremos por señalar que en las cuatro temporadas que están por venir, el Torino no va a perder ni un solo encuentro en su estadio. Pero la cosa no queda ahí. Si sumamos los partidos de los cinco scudettos conquistados en estos años (el anterior al parón guerrero y los cuatro que vendrían tras el fin del conflicto) obtenemos como resultado un total de 121 partidos ganados, 34 empatados y tan sólo 17 derrotas.

Estadio Filadelfia (Turín)
Los afortunados espectadores que pueblan las gradas del Estadio Filadelfia son testigos de primer orden de las evoluciones de esta máquina de hacer fútbol. En un partido típico del equipo que dirige Egri Erbstein nos encontramos la meta cubierta por el gran Bacigalupo, portero de excelentes cualidades, no muy alto pero de gran agilidad, al que gusta saltar de un palo a otro atrapando el balón en paradas espectaculares. Delante de éste, ocupando la línea defensiva, Aldo Ballarín y Virgilio Maroso. En el centro del campo se encuentran Castigliano, Martelli y Rigamonti, encargados de cortar las acciones del rival y lanzar balones a los interiores Enzo Loik y al capitán Valentino Mazzola; éste último, en cada partido, suele llegar un momento en que arengará a sus jugadores a la voz de “¡Andiamo!”, y, a partir de ese instante, el rival puede darse por perdido, independientemente de cómo vaya el marcador en esos momentos. Junto a estos dos interiores, la línea ofensiva queda configurada con los extremos Romeo Menti y Franco Ossola. Y por delante de todos, el eficaz delantero centro Gabetto.

Bacigalupo, Martelli y Rigamonti forman el llamado “Trío Niza”. Los tres comparten piso, salen a divertirse juntos, entrenan y juegan juntos… En cierta ocasión, en una entrevista, Mario Rigamonti realizó unas declaraciones casi proféticas: “El Trío Niza vive a la vez, se divierten juntos y moriremos juntos”.


Italia en Chamartín (27-03-1949)
Los granates vencen contínuamente y, además, por goleada, por lo que el seleccionador nacional, Vittorio Pozzo, no se complica a la hora de escoger a los hombres que deben formar parte de la escuadra azzurra en las diferentes confrontaciones de la selección, formada casi en su totalidad por los componentes del Torino. Quizás su mayor problema no es decidir qué jugadores llevarse, sino a cuáles de los hombres del Toro no alinear. Tal es así, que el 11 de Mayo de 1947, en encuentro disputado en Turín ante la Hungría de Puskas, considerada entonces la mejor selección del mundo,  la escuadra italiana va a estar formada por diez hombres del Torino; el único cambio en la formación se encontrará en la portería, defendida por Sentimenti IV, meta de la Juventus… y la victoria será para los italianos, que ganarán a los húngaros por 3-2.

Selección Española ante Italia (27-03-1949)
Precisamente, el último partido que va a disputar esta selección de Italia tendrá lugar en Madrid, en el Estadio de Chamartín, ante España, el 27 de Marzo de 1949. Para esta ocasión, el seleccionador va a contar con seis jugadores del Grande Torino, incluido el meta Bacigalupo, que logrará detener un penalty al mismísimo Gaínza. Nuevamente la victoria, por 1-3, será para la Nazionale.

Justo un mes antes de este encuentro, la selección de Portugal había acudido a Génova para disputar otro amistoso con la italiana. Aprovechando la ocasión, Francisco “Xico” Ferreira, componente del combinado portugués, solicitó al propio Valentino Mazzola, y al presidente Novo, la participación de la escuadra turinesa en el partido de homenaje que, en el mes de Mayo, le iba a tributar su club, el Benfica. Debido a la diferencia de puntos que el Torino sacaba a sus rivales en la tabla de clasificación en el campeonato italiano, y a que el propio Novo estaba interesado en hacerse con los servicios de Ferreira, el presidente turinés da el visto bueno a la expedición.

Nadie es capaz de imaginar en estos momentos que dicha decisión va a marcar para siempre la memoria del club, escribiendo una de las páginas más trágicas que la historia del fútbol haya conocido jamás.




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