En Cádiz, CF. Barcelona y Real Zaragoza se disputan la Final del Trofeo Carranza en su edición de 1962. El encuentro, que finaliza con empate a cero una transurrido el tiempo reglamentario, tendrá una enorme trascendencia en el futuro del fútbol a nivel internacional, por una razón: por primera vez en la historia se recurrirá a la tanda de penalties para dilucidar quién es el campeón. Después de los treinta minutos de prórroga, que termina con empate a un gol en el marcador (obra de Marcelino, por los aragoneses, y de Cayetano Ré, por los catalanes). el árbitro del partido, el portugués señor Joaquim Campos, consultará con capitanes y entrenadores de ambos equipos cómo deshacer la igualada. En ese momento aparece Rafael Ballester Sierra, directivo del Cádiz CF., quien va a proponer una serie de "lanzamientos de desempate", para establecer, así, un vencedor, y no tener que alargar más una prórroga que, en casos precedentes, había llegado a durar horas. Agradados ante la idea los componentes de uno y otro bando, se procederá al desempate mediante el nuevo sistema. Tras una primera tanda en la que los dos contendientes vuelven a quedar igualados, se iniciará una segunda, en la que el fallo del zaragocista Duca otorgará la victoria al equipo azulgrana.
