EL LARGO VUELO DEL GRAN TORINO (3ª Parte)

Ultima alineación de Il Grande Torino, el 3 de Mayo de 1949, en Lisboa

Una ironía del destino querrá que un homenaje a la trayectoria profesional de un futbolista, que siempre debiera haber quedado como un acto de celebración, terminase pasando a la historia por uno de los acontecimientos más trágicos que el mundo del deporte haya experimentado jamás.

  
Mazzola y Ferreira intercambian banderines
La tarde del 3 de Mayo de 1949, la plantilla casi al completo del equipo que desde hace tiempo se viene conociendo como “Il Grande Torino” se encuentra en Lisboa para disputar un partido de carácter amistoso contra el Benfica, en homenaje al capitán del club portugués, Francisco “Xico” Ferreira. Cuando los jugadores saltan al terreno de juego, nada hace sospechar que ésta va a ser la última vez que los hombres del Toro vistan los colores granates de la entidad ya que, en menos de veinticuatro horas, la historia de este equipo de ensueño habrá terminado para siempre.

SL. Benfica . AC. Torino (3 de Mayo de 1949)
Para la ocasión, los portugueses lucirán equipación blanca, debido a la similitud de los colores de su vestimenta habitual con la de sus visitantes y en deferencia a éstos. Henry Pierce será el colegiado inglés encargado de dirigir el match, cuyos primeros diez minutos permiten disfrutar a los espectadores del juego más vibrante y maravilloso de los italianos, con gol del capitán Mazzola incluido, lo que hace pensar en una amplia victoria de los turineses. Sin embargo, el estado del propio Mazzola, que venía aquejado de gripe y sale a jugar con unas décimas de fiebre, y la lesión del delantero centro Gabetto, a los veinticinco minutos de partido, propiciarán que el conjunto local termine haciéndose con el dominio del encuentro. Así, el Benfica, llegará a desplegar un gran juego y podrá superar a su rival, resultando vencedor de la contienda, al imponerse por 4 goles a 3.

A pesar del carácter amistoso del choque, los jugadores del Torino se quedan verdaderamente apesadumbrados por la derrota tras finalizar el encuentro. Tal vez algo en su interior les está diciendo que acaban de disputar el último partido de su vida. Por parte del Benfica, la alegría inicial que ha supuesto vencer al equipo más grande de la época, sólo unas horas después se va a transformar en desolación, pues ésta va a terminar por ser la victoria más amarga de toda su historia.


La Tragedia de Superga

La mañana siguiente a la disputa del partido contra el Benfica, la expedición del Torino parte de regreso en el avión Fiat G.212 CP de la Avio Linea Italiane, que debe llevarles de regreso a casa. Tras una breve escala en Barcelona, la aeronave continúa su vuelo hacia Turín. En 1949, el aeropuerto turinés se encuentra en el centro de la ciudad, lo que hace preciso sobrevolar la colina de Superga para acceder al mismo.

La niebla que cubre el cielo y los alrededores de Turín esta fatídica tarde del 4 de Mayo es espesísima. El comandante Meroni, a los mandos del avión, sigue las indicaciones que desde tierra le van llegando, pues tiene que pilotar prácticamente a ciegas. Pero nada podrá hacer cuando la colina se le venga encima.

Restos del avión en lugar de la tragedia
A las 17:03 horas exactamente, un fuerte estruendo hace tambalear hasta los cimientos de la basílica situada en la cumbre de Superga. El planeador acaba de impactar contra la parte posterior del muro que rodea el recinto. Inmediatamente acuden el capellán y un hortelano que andaba por las inmediaciones. El panorama que se encuentran es desolador: el avión prácticamente se ha desintegrado y nadie ha sobrevivido a la catástrofe… jugadores, técnicos y directivos del club, periodistas, tripulación… todos han muerto.

Curiosamente, en la basílica de Superga hay enterrados dieciocho reyes de la dinastía Saboya, como dieciocho es el número de jugadores de la plantilla del Torino que allí pierden la vida.

Los futbolistas y directivos del Milan, que esa misma tarde se encuentran disputando un encuentro amistoso contra el Real Madrid, en Chamartín, se enterarán por la noche del fatal acontecimiento cuando, al encontrarse disfrutando de una cena ofrecida por la directiva madridista, entra en el salón el Secretario de la Federación Española de Fútbol, señor Cabot, para informarles del suceso. Inmediatamente, la expedición milanesa se retira a su hotel en señal de duelo. Los billetes de avión que ya tenían para emprender el viaje de regreso a Italia al día siguiente, serán finalmente desechados, partiendo de vuelta a la noche siguiente en tren.

El día posterior a la catástrofe, las páginas de “El Mundo Deportivo” barajan la posibilidad de que el capitán Mazzola hubiera abandonado el avión durante su escala en el aeropuerto del Prat para quedarse en Barcelona, por encontrarse enfermo aunque, desgraciadamente, esto nunca llegó a ocurrir.

La tragedia propicia, en tan sólo unas horas, la decisión unánime de todos los clubs de la Serie A italiana de otorgar el campeonato de Liga, a título póstumo, a los hombres del Torino, debido a los cinco puntos de ventaja que los granates sacaban ya a sus seguidores, a pesar de las jornadas que aún quedan por disputarse.

Funerales por las víctimas de Superga
Las calles de Turín jamás se han visto tan abarrotadas como durante los funerales por los héroes del Toro. Más de un millón de personas de la propia localidad piamontesa, así como provenientes de otros puntos del país, acompañan a los 31 féretros por las calles de la ciudad bajo un cielo lluvioso. Vittorio Marassi, Presidente de la Federación Italiana de Fútbol, anuncia durante el cortejo fúnebre en el Palacio Madama: “Mi querido capitán, aquí está vuestra Copa, ya la habíais ganado, el Toro vuelve a ser campeón…” y, a continuación, como si se dispusiera a recitar la alineación previa a un partido, empezará a nombrar uno por uno, empezando por “il capitano” Mazzola, a cada uno de los 18 jugadores siniestrados.




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